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366 devotional readings that will unlock the secret power to Abiding In Christ

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Reimar A.C. Schultze

Llamado a la Obediencia Archivo

Demasiadas oraciones han sido desperdiciadas en la tierra.

"¡Quitad La Piedra!"

¡“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro.  Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.  Dijo Jesús: Quitad la piedra.  Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.  Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?  Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto.” (Juan 11:38-41)

Este es el milagro físico más grande que Jesús hizo mientras estuvo sobre la tierra: la resurrección de un muerto; un hombre en estado de descomposición por cuatro días, atado de mano y pies con vendas y con un sudario sobre su cabeza.  Además, este milagro fue hecho en público a un hombre bien conocido en su comunidad.  Según el evangelio de San Juan , este milagro fue también el último antes de la crucifixión de Jesús.  Este milagro fue el que rápidamente condujo a nuestro Señor a la crucifixión.  Consideremos ahora el milagro de la resurrección de Lázaro: qué nos dice, qué nos enseña, y cómo fue hecho.

La primera cosa que tuvo que pasar para que el milagro occurriera fue que la piedra debería ser removida.  Esto dice en el versículo 41, “Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto.”  Frecuentemente hay una piedra entre nosotros y un milagro.  Nosotros podemos orar, y orar, y orar; podemos aun clamar en alta voz y volvernos muy fervientes en nuestras oraciones.  Podemos añadir ayuno a nuestras oraciones y mantenernos en oración acerca de ciertas peticiones por semanas y meses y años.  Sin embargo, el milagro no ocurre simplemente porque hay una piedra en nuestro corazón que debe ser removida.

Se dice cómunmente que la oración resuelve todas las cosas.  Bien, pero no hay que olvidar que la oración resuelve todas las cosas, siempre y cuando no haya piedras en nuestro corazón, y cuando nuestras oraciones sean para la gloria de Dios, y no para gloriarnos a nosotros mismos.  ¡Así que, hasta que la piedra fue removida de enfrente de la tumba, el milagro de la resurrección no pudo ocurrir!

Jesús estuvo esperando que la piedra fuera removida.  ¿Podría ser que hay dentro de usted una piedra de criticismo; y es que por esto que sus oraciones no han sido oídas?  ¿Podría ser una piedra de resentimiento entre alguien que le ha herido?  ¿Podría ser que hay una piedra de egoísmo escondida en lo profundo de su corazón; o una piedra de impaciencia o una piedra de planes personales que no han sido aprobados por Dios; o una piedra de avaricia?

Escuchen, mis amigos, si ustedes no están diezmando sus ingresos y dando una ofrenda adicional - porque la Biblia habla acerca de diezmos y ofrendas - ¿cómo ustedes esperan que Dios conteste sus oraciones?  Usted tiene una piedra de avaricia y desobediencia en su corazón.  ¡Si nosotros no diezmamos o damos nuestras ofrendas, nosotros robamos a Dios!  (Malaquías 3:8)  ¿Cómo podemos esperar que Dios conteste nuestras oraciones, si nosotros somos ladrones?  ¡Oh, qué piedra!  O habrá una piedra de orgullo en el corazón de alguno, o de celos, o una piedra de amargura en el corazón de algún otro.  Y también hay piedras de relaciones impías.  Esto podría ser una piedra de “dejar de congregarnos” para la adoración (Hebreos 10:25), que impide que nuestras oraciones asciendan al trono de Dios.  ¿Ahora pueden ver por qué muchas oraciones no son contestadas?

En cuanto a este evento con Lázaro, lo que impedía que el milagro tomara lugar fue una piedra de incredulidad.  Como podemos leerlo en el versículo 41, “Entonces quitaron la piedra.”  ¿Quién quitó la piedra?  Lo hizo Jesús, o lo hicieron ellos?  Mi amigo, era Jesús que resucitaría al muerto, pero ellos tenían que quitar la piedra.  ¿Qué es más fácil, quitar una piedra o resucitar un muerto?  Al principio es posible que digamos es más fácil quitar una piedra que resucitar a un muerto.  Pero, al considerarlo más en oración y meditación, concluí que es más difícil para nosotros remover una piedra que para Jesús el resucitar a un muerto.

Cuando consideramos la historia de Israel , el pueblo de Dios, como es presentado en el Antiguo Testamento, podemos ver que para Dios fue fácil hacer sus milagros.  ¿Por qué fue esto así?  Porque El es omnipotente, su poder es ilimitado.  El problema no fue su habilidad para realizar milagros.  Su  problema, a pesar de su insistencia a Israel para que obedeciera, fue que El difícilmente encontró alguien quien estuviera dispuesto a remover las piedras de dentro de sus corazones, piedras de resentimiento, crítica, mundanalidad, falta de oración, idolatría y adulterio.  Mi amigo, la histora es clara: de todos los adultos isrealitas que salieron de la tierra de Egipto, solamente dos llegaron a la tierra prometida, porque el resto de ellos tenían piedras en sus corazones.  Y ellos rehusaron removerlas.  Y de las siguientes generaciones que entraron en la tierra prometida, solamente unos pocos permanecieron fieles al Señor, y Dios tuvo que enviar su nación, su pueblo, con aquellos que tenían un pacto, a un país extranjero llamado Babilonia para castigarlos allá como prisioneros por setenta años.  ¿Pueden oír ustedes el llanto de Dios de las Escrituras, "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardesen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!“ (Deuteronomio 5:29)  Se ha visto que muy pocas personas han sido dispuestas para remover las piedras de sus corazones.  Esto es porque el corazón del hombre es engañoso más que todas las cosas y perverso. (Jeremías 17:9)  El corazón del hombre es duro.  Es obstinado, y es orgulloso.

Oh, querido, ¿cuántas personas había en los días de Jesús, quienes, como Pedro, cayeron a los pies de Jesús, confesando sus pecados?  ¿Podría usted nombrar diez?   ¿O cinco?  ¿Cuántos hubo en esa época que vinieron a Jesús no para recibir sanidad sino para confesar y recibir perdón de sus pecados?

¿Tiene usted algunas piedras en su vida?  ¡Remuévalas!  Confiese sus pecados, arrepiéntase de ellos, y entonces Jesús hará el milagro de una resurrección, una resurrección a una nueva vida, a una vida del Espíritu.  El lo librará, y sus oraciones comenzarán a ser contestadas.

Después de que las piedras hayan sido quitadas, la oración llegará a ser efectiva; esto es cuando la oración puede dar los resultados y lo hará.  “La oración eficaz del justo puede mucho.“ ( Santiago 5:16)  Pero las piedras no han sido removidas, nuestras oraciones no alcanzarán a Dios.  Considere esta ilustración: si hay una piedra en una manguera de combustible de su automóvil, usted podría conectar su tanque de combustible a una refinería, pero no importa cuanta gasolina usted bombee en su tanque, sólo se derramará, y el automóvil no arrancará.  Esto sería sobre-llenar el tanque de combustible.  En una manera similar, hay sobre-oración con miles de oraciones que han sido desperdiciadas en la tierra, porque no hemos hecho caso de las palabras de Jesús: “Quitad la piedra.” (Juan 11:39)  ¿Están de acuerdo?  ¿Va usted a hacer esto?

Jesus nunca oró demasiado u oró de menos.  Como aprendimos en esta historia, cuando se enfrentó al hombre muerto, Lázaro, El no llamó para una reunión de oración.  El había comenzado a orar por la sanidad de Lázaro tres días antes cuando El oyó de su enfermedad, y había orado suficientemente para este tiempo en que El llegó donde Lázaro estaba sepultado.  Nuevamente, lo único que faltaba por hacer no era orar, sino remover la piedra para que el milagro ocurriera.  Sí, queridos amigos, “¡Quitad la piedra!”

Después que la piedra fue removida, “Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: ‘Padre, gracias te doy por habermo oído."  (versículo 41)  En otras palabras la oración por la resurrección de Lázaro ya había sido oída aun antes de que la piedra fuera removida.  Sin embargo, no sería contestada hasta que la piedra fuera quitada.

Lo que también es muy importante al venir al Señor en oración, es venir a El sin cualquier prejuicio o preferencia personal, venir verdaderamente buscando la voluntad y la gloria de Dios, y no venir a Dios tratando de persuadirlo para que piense como nosotros pensamos o para que actúe como nosotros queremos.  Tales oraciones no traerán honor a Dios y no serán contestadas.

Déjeme darle una ilustración práctica que proviene de mis 33 años de pastorado: Yo recibo una llamada telefónica de un personaje que llamaremos Alex.  Alex dice: “Pastor Schultze, discúlpeme pero no puedo estar en la iglesia hoy, ni podré enseñar mi clase de escuela dominical.  Yo creo que Dios me está llamando para quedarme en casa, porque mi padre viene para verme, ¡y yo no le he visto por tres meses!  A mí me gustaría estar en casa con él, así que yo creo que el Señor quiere que me quede en casa…”

Ahora bien, permítame hacer esta pregunta: en este caso particular, ¿quién está diciendo a quién qué hacer?  ¿Es Dios quien está diciendo a Alex que permancezca en casa, o es Alex diciendo a Alex que permancezca en casa?  ¿Y está usando Alex el nombre de Dios para dar credibilidad a sus deseos?  Yo pienso que nosotros nos damos cuenta de que Alex está tratando de pensar y escoger por Dios.  Alex está tratando de poner palabras en la boca de Dios.  Cuando Alex usa el nombre de Dios como excusa, qué más puede decir el predicador.  Cuando Alex entró en su cuatro de oración (si acaso tiene uno), mi amigo, llegó con un fuerte prejuicio y preferencia para permanecer en casa y no enseñar la escuela dominical.  Alex salió de su cuatro de oración no hablando de la revelación de Dios, sino de su propio razonamiento y preferencia natural.  El no fue a orar con un espíritu de neutralidad, estando dispuesto a ir por cualquier camino.  George Mueller dijo que él no trató de encontrar la voluntad de Dios o pedir por la voluntad de Dios hasta que él estuviera en completa neutralidad acerca del asunto sobre el cual estaba orando.  Durante el transcurso de su ministerio, un pastor recibirá muchas llamadas como ésta.  Todas esas llamadas comenzarán diciendo, “Yo creo que el Señor quiere que yo…porque…” y entonces ellos darán una, dos, tres o cuatro rezones.

Mis amigos, no vengan a Dios con ideas prejuiciadas o con preferencias personales.  No traten de instruir al Señor de cómo El debe escoger para ustedes.  Por otro lado, debemos venir a Dios con un corazón abierto, y ustedes se sorprenderán de lo que El puede y hará.  Volviendo al caso de Alex,

Dios le podrá recompensar con un tiempo maravilloso con su padre después de que termina el servicio en la iglesia—el mejor tiempo que jamás haya tenido.  O tal vez la voluntad de Dios es que su padre le acompañe a la iglesia porque es allí donde debe estar - tanto como usted - en la casa de Dios.

Si deseamos que nuestras oraciones sean contestadas, antes que todo tenemos que discernir si tenemos alguna piedra en nuestros corazones.  Después debemos orar sin prejucios; es preciso que lleguemos a una total neutralidad para que podamos orar sinceramente, “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya.”  Señor, no para mi gloria, sino para la tuya.  Si usted no muere a sus propias ideas, prejuicios o deseos en cuanto a ciertas cosas, mi amigo, usted no recibirá la voz del Señor, sino algo que creerá es la voz de Dios.   Para encontrar la voluntad de Dios, tenemos que empezar esperando en Dios, quitando las piedras de nuestros corazones, y dejando al Señor crucificar nuestros deseos personales, hasta que nuestro deseo sea sólo el buscar su gloria.  Si hacemos todo esto, nuestras oraciones serán contestadas, y vamos a ver milagro tras milagro.  Mi amigo, “¡Quitad la piedra!

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